Profetizar para edificar
Apóstol Antonio Apablaza
Escuela de Discípulos Mileniales (EDIMI)
Febrero (2019)
Muchas veces se confunde el ministerio profético con el don de profecía,
y también el ejercicio de estos en el antiguo versus el nuevo testamento. En nuestros
días, para estar en medidas de ejercer bíblicamente un ministerio profético ya
sea como profeta o con el don de profecía, debemos diferenciar muy bien este
ministerio.
Profetas en el antiguo, profetas en el nuevo Testamento
El termino profeta en el antiguo testamento proviene del original hebreo
“NAVI” (5030 James Strong, LL.D, S.T.D) que se traduce como hombre inspirado.
Por largos periodos en la historia de Israel se le llamó a los predecesores de
los profetas “Videntes” debido a que, estos tenían la capacidad de ver en el
mundo espiritual. Un profeta en el antiguo testamento tenia la función de
hablar de parte de JAHVÉ para dirigir, corregir o sentenciar a un rey, un
pueblo o una persona.
Por otra parte, el termino profeta en el nuevo testamento proviene del
original griego “Profetes” (4396 James Strong, LL.D, S.T.D) orador inspirado,
poeta. La palabra griega “Profetes” es una palabra compuesta de “Pro” (4253)
antes de, delante de, ante todo, y de “femi” (5346) dar a conocer los
pensamientos de uno.
A diferencia de los profetas del Antiguo Testamento, en el nuevo, la
mayor parte de los profetas ejercen un ministerio en la iglesia local sujetos a
la autoridad apostólica para formar equipo con los ancianos y perfeccionar al
pueblo de Dios (Efesios 4:11-12). En muy pocas ocasiones vemos que los profetas
del nuevo testamento viajan de iglesia en iglesia para ministrar, y cuando
estos lo hacían, eran enviados por la autoridad apostólica a misiones
especificas y luego regresaban a la congregación local de donde habían sido
enviados, según vemos en Hechos 15:1-33.
El ministerio del profeta versus el don de profecía
Hay una diferencia entre el profeta mencionado en Efesios 4:11, 1
Corintios 12:28, Efesios 2:20 que es un don dado por Cristo a su iglesia (Efesios
4:8) y el don de profecía dado por el Espíritu Santo, mencionado en 1 Corintios
12:10.
Aquel que, es un don de Cristo como “Profeta” forma parte de los 5
ministerios que lideran una iglesia local, y que tienen un ministerio continuo
para formar al pueblo de Dios, mientras que aquel que tiene el don de profecía,
es un cristiano usado por el Espíritu Santo para profetizar de tiempo en tiempo
con el objetivo de edificar, exhortar y consolar a una o más personas en su
iglesia local, como también para ganar vidas e insertarlas en la congregación.
El que profetiza edifica, no destruye
1 Corintios 14:3 no indica con claridad y certeza que aquel que
profetiza habla a los hombres para edificación. Por mucho tiempo hemos visto
cristianos con el don de profecía, pero con una formación muy precaria,
ejerciendo un ministerio profético destructivo ignorando que el ministerio
profético del nuevo testamento es diferente que aquel que se ejercía en el
antiguo.
La palabra “edificación” proviene del griego original “Oíkodomé”
(3619 James Strong, LL.D, S.T.D) y su significado indica edificar,
construir, hacer crecer. Es decir, una palabra profética, por medio del don de
profecía, siempre tendrá como objetivo hacer crecer espiritualmente una
persona.
Profecías emocionales
Edificar espiritualmente a una persona por medio de una palabra
profética, no tiene nada que ver con las emociones. La biblia nos indica que el
Espíritu Santo todo lo escudriña (1 Corintios 2:10) y él sabe lo que necesita
una persona para ser edificada, mientras que nosotros ¡NO!. Tratar de
profetizar o manipular lo que recibimos proféticamente con nuestras emociones o
mente, ya sea para agradar o por inseguridad, termina en una profecía que no
cumple propósito.
En Resumen
El Espíritu Santo ha dotado a los cristianos con dones extraordinarios
para suplir las necesidades del pueblo de Dios y transformar las vidas del
mundo, en este caso, el don de profecía es extraordinario, porque el Espíritu
Santo revela lo que una persona en particular va vivir en un futuro cercano o
lejano, para entregarle una palabra que edifica, exhorta y/o consuela, a nivel
espiritual, familiar e incluso a nivel financiero, demostrándole que aquella
persona no está sola, ni desamparada, sino que Dios Padre está con ella, en esa
situación.
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