lunes, 15 de febrero de 2021

Profetizar para edificar

 Profetizar para edificar

Apóstol Antonio Apablaza

Escuela de Discípulos Mileniales (EDIMI)

Febrero (2019)

Muchas veces se confunde el ministerio profético con el don de profecía, y también el ejercicio de estos en el antiguo versus el nuevo testamento. En nuestros días, para estar en medidas de ejercer bíblicamente un ministerio profético ya sea como profeta o con el don de profecía, debemos diferenciar muy bien este ministerio.

Profetas en el antiguo, profetas en el nuevo Testamento

El termino profeta en el antiguo testamento proviene del original hebreo “NAVI” (5030 James Strong, LL.D, S.T.D) que se traduce como hombre inspirado. Por largos periodos en la historia de Israel se le llamó a los predecesores de los profetas “Videntes” debido a que, estos tenían la capacidad de ver en el mundo espiritual. Un profeta en el antiguo testamento tenia la función de hablar de parte de JAHVÉ para dirigir, corregir o sentenciar a un rey, un pueblo o una persona.    

Por otra parte, el termino profeta en el nuevo testamento proviene del original griego “Profetes” (4396 James Strong, LL.D, S.T.D) orador inspirado, poeta. La palabra griega “Profetes” es una palabra compuesta de “Pro” (4253) antes de, delante de, ante todo, y de “femi” (5346) dar a conocer los pensamientos de uno. 

A diferencia de los profetas del Antiguo Testamento, en el nuevo, la mayor parte de los profetas ejercen un ministerio en la iglesia local sujetos a la autoridad apostólica para formar equipo con los ancianos y perfeccionar al pueblo de Dios (Efesios 4:11-12). En muy pocas ocasiones vemos que los profetas del nuevo testamento viajan de iglesia en iglesia para ministrar, y cuando estos lo hacían, eran enviados por la autoridad apostólica a misiones especificas y luego regresaban a la congregación local de donde habían sido enviados, según vemos en Hechos 15:1-33.

El ministerio del profeta versus el don de profecía

Hay una diferencia entre el profeta mencionado en Efesios 4:11, 1 Corintios 12:28, Efesios 2:20 que es un don dado por Cristo a su iglesia (Efesios 4:8) y el don de profecía dado por el Espíritu Santo, mencionado en 1 Corintios 12:10. 

Aquel que, es un don de Cristo como “Profeta” forma parte de los 5 ministerios que lideran una iglesia local, y que tienen un ministerio continuo para formar al pueblo de Dios, mientras que aquel que tiene el don de profecía, es un cristiano usado por el Espíritu Santo para profetizar de tiempo en tiempo con el objetivo de edificar, exhortar y consolar a una o más personas en su iglesia local, como también para ganar vidas e insertarlas en la congregación.

El que profetiza edifica, no destruye

1 Corintios 14:3 no indica con claridad y certeza que aquel que profetiza habla a los hombres para edificación. Por mucho tiempo hemos visto cristianos con el don de profecía, pero con una formación muy precaria, ejerciendo un ministerio profético destructivo ignorando que el ministerio profético del nuevo testamento es diferente que aquel que se ejercía en el antiguo. 

 

La palabra “edificación” proviene del griego original “Oíkodomé” (3619 James Strong, LL.D, S.T.D) y su significado indica edificar, construir, hacer crecer. Es decir, una palabra profética, por medio del don de profecía, siempre tendrá como objetivo hacer crecer espiritualmente una persona.

Profecías emocionales

Edificar espiritualmente a una persona por medio de una palabra profética, no tiene nada que ver con las emociones. La biblia nos indica que el Espíritu Santo todo lo escudriña (1 Corintios 2:10) y él sabe lo que necesita una persona para ser edificada, mientras que nosotros ¡NO!. Tratar de profetizar o manipular lo que recibimos proféticamente con nuestras emociones o mente, ya sea para agradar o por inseguridad, termina en una profecía que no cumple propósito.  

En Resumen

El Espíritu Santo ha dotado a los cristianos con dones extraordinarios para suplir las necesidades del pueblo de Dios y transformar las vidas del mundo, en este caso, el don de profecía es extraordinario, porque el Espíritu Santo revela lo que una persona en particular va vivir en un futuro cercano o lejano, para entregarle una palabra que edifica, exhorta y/o consuela, a nivel espiritual, familiar e incluso a nivel financiero, demostrándole que aquella persona no está sola, ni desamparada, sino que Dios Padre está con ella, en esa situación. 

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