El principio de la justificación por fe: De Abraham
a nosotros hoy
(Gálatas 3:6-9 y 14)
La carta a los Gálatas fue escrita para
contrarrestar la influencia de unos judaizantes, maestros que insistían en que
los creyentes gentiles debían circuncidarse y guardar la ley mosaica para ser
salvos plenamente. Pablo argumenta vehementemente que la justificación (ser
declarado justo ante Dios) se obtiene sólo por la fe en Jesucristo, y no por
las "obras de la ley" (Gálatas 2:16). Para establecer esta verdad
doctrinal, Pablo se remonta al relato de Abraham demostrando que el pacto de
Dios con la humanidad siempre se basó en la gracia recibida por la fe.
Pablo construye su argumento en varios pasos cruciales:
-El Prototipo de la Fe (v. 6) Pablo afirma: "Abraham creyó a Dios, y le fue contado por
justicia". Primero Abraham creyó con fe confiada en la promesa de
Dios, y luego Dios le atribuyó la justicia como un don. No fue un pago por
obras, sino un regalo recibido por la fe.
-Los verdaderos hijos de Dios
(v. 7) Pablo redefine radicalmente quiénes son el
verdadero pueblo de Dios. No se define por la etnia o la adherencia a la ley
mosaica, sino por la fe. Los "hijos de Abraham" no son sus
descendientes biológicos, sino sus descendientes espirituales: todos aquellos,
judíos o gentiles, que comparten el mismo tipo de fe que él tuvo.
-El Evangelio Pre-Anunciado (v.
8): Pablo argumenta que el evangelio no comenzó
con Jesús, sino que fue pre-anunciado a Abraham en la promesa: "En
ti serán benditas todas las naciones". El plan de Dios siempre fue
global y basado en la fe. La Escritura misma previó que la justificación sería
por fe para todos, no solo para los judíos
-La Bendición Suprema el
Espíritu Santo (v. 9, 14): La bendición de Abraham
(ser declarado justo) se extiende a todos los creyentes. Pablo identifica la
culminación de esta bendición no en bienes materiales, sino en la recepción
del Espíritu Santo. Él es la realidad presente de la promesa, y se
recibe de la misma manera que Abraham recibió la justificación: por la
fe, no por las obras de la ley.
Aplicación Práctica para la Vida Cristiana Hoy
-La Base de la relación con Dios es la Fe. A
menudo caemos en la mentalidad de que Dios nos ama más cuando obedecemos y
menos cuando fallamos. La historia de Abraham nos recuerda que el punto de
partida y la base permanente de nuestra relación con Dios es la fe en su
promesa. Somos aceptados por gracia mediante la fe, no por ser lo
suficientemente buenos.
-La Fe es una confianza activa y obediente. La
fe de Abraham no fue pasiva; lo llevó a actuar, dejar su tierra y estar
dispuesto a sacrificar a Isaac. Para nosotros, la fe no es solo un acuerdo
intelectual, sino una confianza que transforma nuestras decisiones y nos lleva
a obedecer a Dios, incluso cuando no entendemos el camino.
-Creer en Dios contra toda imposibilidad. Abraham creyó al Dios para quien nada es imposible. Hoy, aplicamos
esto confiando en las promesas de Dios en medio de nuestras propias
"imposibilidades": enfermedades, deudas, relaciones rotas o crisis
personales. La fe no niega la realidad, pero elige confiar en un Dios que es
más grande que ella.
-Unidad en el Evangelio. Así como Abraham es el padre de todos los creyentes, el principio
de la justificación por fe derriba barreras de raza, estatus social o trasfondo
religioso. La iglesia es una comunidad unida no por una cultura o ritual común,
sino por una fe común en Cristo. Esto promueve la humildad (nadie
es mejor que otro) y es un antídoto contra el sectarismo y el elitismo
espiritual.
-El Espíritu Santo se recibe por
fe. La evidencia máxima de ser parte del pueblo
de Dios no es la perfección moral, sino la presencia del Espíritu Santo. Y Él
se recibe y se sigue sosteniendo por la fe, no por el esfuerzo propio para
merecer el favor de Dios.
Abraham es el prototipo del creyente. Su historia
nos enseña que la justicia delante de Dios no se gana con esfuerzo religioso,
sino que se recibe como un regalo mediante la fe sencilla y confiada en las
promesas de un Dios fiel. Este principio, establecido hace miles de años y
cumplido en Cristo, sigue siendo el corazón del evangelio. Es la base
inquebrantable para una vida de confianza, obediencia y esperanza en las
circunstancias más difíciles, y la garantía de que somos plenamente aceptos y
amados por Dios.
La justificación es el acto judicial de Dios por el
cual, basado únicamente en la obra de Cristo en la cruz, declara justo al
pecador que cree en Él. Esto implica perdonar sus pecados y acreditarle la
justicia perfecta de Cristo. Este estado de gracia se recibe únicamente por
medio de la fe, que es una confianza receptiva en las promesas de Dios, y no
por ningún mérito, esfuerzo religioso u obra humana.
Oración por la Salvación de Padres e Hijos
Señor, te pido con fe que derrames tu gracia salvadora sobre los padres
y los hijos. Que tu Espíritu Santo obre en sus corazones para que te conozcan,
reciban el don de la fe y sean declarados justos por confiar en tu promesa.
Únelos como familia en tu amor y tu verdad, para que juntos caminen contigo
para siempre. Amén.
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