sábado, 23 de agosto de 2025

El principio de la justificación por fe: De Abraham a nosotros hoy

 

El principio de la justificación por fe: De Abraham a nosotros hoy

(Gálatas 3:6-9 y 14)

La carta a los Gálatas fue escrita para contrarrestar la influencia de unos judaizantes, maestros que insistían en que los creyentes gentiles debían circuncidarse y guardar la ley mosaica para ser salvos plenamente. Pablo argumenta vehementemente que la justificación (ser declarado justo ante Dios) se obtiene sólo por la fe en Jesucristo, y no por las "obras de la ley" (Gálatas 2:16). Para establecer esta verdad doctrinal, Pablo se remonta al relato de Abraham demostrando que el pacto de Dios con la humanidad siempre se basó en la gracia recibida por la fe. Pablo construye su argumento en varios pasos cruciales:

-El Prototipo de la Fe (v. 6) Pablo afirma: "Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia". Primero Abraham creyó con fe confiada en la promesa de Dios, y luego Dios le atribuyó la justicia como un don. No fue un pago por obras, sino un regalo recibido por la fe.

-Los verdaderos hijos de Dios (v. 7) Pablo redefine radicalmente quiénes son el verdadero pueblo de Dios. No se define por la etnia o la adherencia a la ley mosaica, sino por la fe. Los "hijos de Abraham" no son sus descendientes biológicos, sino sus descendientes espirituales: todos aquellos, judíos o gentiles, que comparten el mismo tipo de fe que él tuvo.

-El Evangelio Pre-Anunciado (v. 8): Pablo argumenta que el evangelio no comenzó con Jesús, sino que fue pre-anunciado a Abraham en la promesa: "En ti serán benditas todas las naciones". El plan de Dios siempre fue global y basado en la fe. La Escritura misma previó que la justificación sería por fe para todos, no solo para los judíos

-La Bendición Suprema el Espíritu Santo (v. 9, 14): La bendición de Abraham (ser declarado justo) se extiende a todos los creyentes. Pablo identifica la culminación de esta bendición no en bienes materiales, sino en la recepción del Espíritu Santo. Él es la realidad presente de la promesa, y se recibe de la misma manera que Abraham recibió la justificación: por la fe, no por las obras de la ley.

Aplicación Práctica para la Vida Cristiana Hoy

-La Base de la relación con Dios es la Fe. A menudo caemos en la mentalidad de que Dios nos ama más cuando obedecemos y menos cuando fallamos. La historia de Abraham nos recuerda que el punto de partida y la base permanente de nuestra relación con Dios es la fe en su promesa. Somos aceptados por gracia mediante la fe, no por ser lo suficientemente buenos.

-La Fe es una confianza activa y obediente. La fe de Abraham no fue pasiva; lo llevó a actuar, dejar su tierra y estar dispuesto a sacrificar a Isaac. Para nosotros, la fe no es solo un acuerdo intelectual, sino una confianza que transforma nuestras decisiones y nos lleva a obedecer a Dios, incluso cuando no entendemos el camino.

-Creer en Dios contra toda imposibilidad. Abraham creyó al Dios para quien nada es imposible. Hoy, aplicamos esto confiando en las promesas de Dios en medio de nuestras propias "imposibilidades": enfermedades, deudas, relaciones rotas o crisis personales. La fe no niega la realidad, pero elige confiar en un Dios que es más grande que ella.

-Unidad en el Evangelio. Así como Abraham es el padre de todos los creyentes, el principio de la justificación por fe derriba barreras de raza, estatus social o trasfondo religioso. La iglesia es una comunidad unida no por una cultura o ritual común, sino por una fe común en Cristo. Esto promueve la humildad (nadie es mejor que otro) y es un antídoto contra el sectarismo y el elitismo espiritual.

-El Espíritu Santo se recibe por fe. La evidencia máxima de ser parte del pueblo de Dios no es la perfección moral, sino la presencia del Espíritu Santo. Y Él se recibe y se sigue sosteniendo por la fe, no por el esfuerzo propio para merecer el favor de Dios.

Conclusión

Abraham es el prototipo del creyente. Su historia nos enseña que la justicia delante de Dios no se gana con esfuerzo religioso, sino que se recibe como un regalo mediante la fe sencilla y confiada en las promesas de un Dios fiel. Este principio, establecido hace miles de años y cumplido en Cristo, sigue siendo el corazón del evangelio. Es la base inquebrantable para una vida de confianza, obediencia y esperanza en las circunstancias más difíciles, y la garantía de que somos plenamente aceptos y amados por Dios.

La justificación es el acto judicial de Dios por el cual, basado únicamente en la obra de Cristo en la cruz, declara justo al pecador que cree en Él. Esto implica perdonar sus pecados y acreditarle la justicia perfecta de Cristo. Este estado de gracia se recibe únicamente por medio de la fe, que es una confianza receptiva en las promesas de Dios, y no por ningún mérito, esfuerzo religioso u obra humana.

Oración por la Salvación de Padres e Hijos

Señor, te pido con fe que derrames tu gracia salvadora sobre los padres y los hijos. Que tu Espíritu Santo obre en sus corazones para que te conozcan, reciban el don de la fe y sean declarados justos por confiar en tu promesa. Únelos como familia en tu amor y tu verdad, para que juntos caminen contigo para siempre. Amén.

 

 

 

 

 

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